Abstract:
El concepto de calidad de vida ha ido evolucionando a lo largo de la historia. Surgió en Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial. A partir de ahí, diversos investigadores se interesaron por averiguar la percepción de las personas sobre su vida, siendo en 1975 cuando se empezó a hablar de la misma. Al mismo tiempo, se implantó el Estado de Bienestar y la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948; a raíz de ello, surgió la necesidad de que los Estados Miembros garantizaran a las personas estos derechos mínimos como la salud, vivienda, bienestar, servicios sociales, etc., Por tanto, no fue una coincidencia que la calidad de vida surgiera con el Estado de Bienestar y los Derechos Humanos, pues de ellos deriva la garantía y protección del nivel de vida de las personas. El significado de la calidad de vida puede variar en función de la sociedad, zona geográfica o cultura en la que se vive, pues no hay un término universal que la defina. En el caso de los países desarrollados, se ha logrado satisfacer las necesidades básicas, en cambio, en países subdesarrollados no, por tanto, la concepción de calidad de vida no es la misma. La calidad de vida es esencial para el bienestar social del individuo, así como para la satisfacción de las necesidades básicas de las personas (alimentación, economía, empleo, sanidad, educación, etc.), con todas ellas estables, se logra mantenerla. El presente estudio se realizó en Santiago Atitlán, del departamento de Sololá. Abarcó el tema en diferentes contextos que incluían el estado socioeconómico, situación familiar, vivienda, relaciones sociales, el apoyo de la red social y la situación económica, para reflejar la calidad de vida en este grupo etario. En los primeros grupos de edad (60-75 años), hubo más participantes, las mujeres fueron más predominantemente que los hombres, donde la diferencia fue más pronunciada. El resultado de la encuesta socioeconómica aplicada demostró que el grupo con el mayor porcentaje de personas se ubicó entre los 11 a 15 puntos, con 40% de la población. Esto indicó que la mayoría de las personas se encontró en una condición socioeconómica Media Baja. El segundo grupo más grande fue el de 6 a 10 puntos, que representó 32.5% de la población con condición socioeconómica Medio. Los resultados obtenidos a través de la escala de Whoqol-Old reflejaron que la mayoría de las personas, es decir, el 80%, se encontró en calidad de vida Buena. Así mismo, el 17.5%, tuvo una calidad de vida Regular. Este porcentaje fue moderado, lo que sugirió que hubo una proporción menor que experimentó una calidad de vida intermedia. En cuanto a la evaluación del estado nutricional mediante el Índice de Masa Corporal; los resultados indicaron la presencia de 10 personas en la categoría Adelgazado. 17 personas en Normal, 10 en Sobrepeso, y tres personas en Obesidad. Para profundizar el conocimiento sobre la nutrición de los participantes se aplicó la escala de DNA de Payette lo que reflejo una persona con riesgo bajo, 20 con riesgo moderado, 19 con riesgo elevado. Esto sugirió que casi el 50% de la muestra estuvo en riesgo elevado de problemas nutricionales, datos que fueron alarmantes para las autoridades de salud competentes. En consecuencia, se tuvo la necesidad de aplicar la escala Mini Nutritional Assessment la cual fue más específica en indicar los datos de desnutrición y aquellos en riesgo de desnutrición. En la categoría de Desnutrición: hubo un total de 2 personas. 14 con riesgo de desnutrición, 24 con estado nutricional Normal, 40 desnutridos y 16 con riesgo de desnutrición. Por otro lado, no hay salud si no hay salud mental. Los participantes fueron entrevistados a través del test Mini Mental para valorar su estado mental. Se demostró que hubo un total de 25 personas que tuvo un estado mental saludable clasificado como normal. Cuatro personas con sospecha patológica, 9 personas con deterioro cognitivo moderado o en progreso en estos individuos. En la categoría Demencia, hubo un total de 2 personas. Cabe resaltar en este apartado que tuvo influencia el nivel académico de cada participante, en su mayoría cursó el grado de primaria, otros sin ningún nivel educativo, mientras que en algunas secciones de la escala Mini Mental requirió la habilidad en lectura y escritura lo que les proporciono un puntaje menor a aquellos que no sabían leer ni escribir, por lo tanto, es necesario un estudio más amplio con adaptación cultural y educativo.